Hoy domingo por la noche le dije a mi esposa: "...música?" y durante los 2 segundos que demoró su respuesta recordé cuando soltero ponía música en alto y aseaba mi habitación mientras ponía Youtube al máximo, pensando en lo maravilloso de escuchar a Lavoe pregonando con sus lentes ahumados y redondeados, en su letra cargada de vida y corazón que en su momento lo llenaban de entusiasmo para salir al frente y darse por completo a su público que hoy tal vez, algunos extintos, disfrutaron del mejor, el máximo, el único.
Ahora no tengo añoranza, sino satisfacción de haber disfrutado muchísimo de Lavoe, y que no hace falta un momento especial para oírlo, ni una época. Su vigencia aletea en la mente de sus seguidores, como yo, ansiosos de materializar con un movimiento salsero o un suspiro aquella salsa que día a día es necesaria como el pan de cada día.
Puse Lavoe antes que mi esposa dijera: "sí gracias".
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